Últimamente
se multiplican las iniciativas particulares que buscan ayudar al prójimo, en
sus múltiples variantes: desde ayuda para financiar una operación en el
extranjero, hasta la compra de tratamientos ortopédicos pasando por compra de
material escolar.
Últimamente
los ciudadanos y ciudadanas de buen corazón vemos como se apela a nuestros
sentimientos solidarios día si y día también desde múltiples medios y formatos
como por ejemplo programas de televisión, donde los afectados van a exponer sus
carencias con todo lujo de detalles intentando con ello ganar el favor de la
audiencia que decidirá si su causa merece un donativo más que otra expuesta
allí también.
Últimamente
la justicia social se aleja y con ella perderemos la igualdad ante la ley (sólo
la podrán solicitar los que la paguen) la igualdad de acceso a la educación (si
puedes pagarte una segunda o tercera matrícula serás universitario hasta la
jubilación con una sucesión de ceros en tu expediente, pero con un 5 estarás
sin beca), acceso a tratamientos farmacológicos de enfermos crónicos (la
quimioterapia hospitalaria estará vedada a las pensiones de 400 euros pues
deberán priorizar en comida y casa), y así uno a uno enumeraríamos los derechos
que no deben depender de la recogida de firmas o donativos para poder
ejercerlos.
Por
que si los ciudadanos y ciudadanas dependemos de la recogida de tapones de
nuestros vecinos, de la publicidad que se le de a una recogida de fondos en una
cuenta, de que nuestra causa particular llegue a los donantes adecuados o de que
el rico de turno pase por la puerta de la iglesia donde pedimos, para poder dar de comer a nuestros hijos, pagar
un tratamiento médico, ortopédico, el recibo del agua, de la luz o que tengan
acceso a una formación adecuada no podremos hablar de justicia social. Estaremos
convirtiendo las carencias y dificultades diarias en un circo; donde, expondremos
voluntariamente nuestra condición, esperando el favor de un público cada vez más
anestesiado y menos conmovido, que pasados los primeros momentos volverá a su
vida sintiendo lástima pero con el convencimiento de que son otros los que
deben solucionar el problema.
Por
que efectivamente son otros los que deben solucionar el problema:
El Estado que garantiza un acceso igual a
sus recursos y que los ciudadanos debemos exigir con responsabilidad.